ASG: ni más ni menos


Fanny Tora.

Directora Sustentabilidad y ASG en Mazars Chile

En un mundo donde todo es sujeto de ser cuestionado y revisado, los criterios ASG (ambientales, sociales y de gobernanza) también son sacados al pizarrón por ser considerados “insuficientes” para solucionar temas urgentes que nos afectan a todos como el cambio climático, la devastación de los bosques o la contaminación del aire y el agua. Para qué hablar de la capacidad de éstos para hacerse cargo de las crisis sociales o de la corrupción.

Pero ¿son realmente los criterios ASG los llamados a salvar el mundo? Y ahí mi respuesta es tajante: No, no lo son. ASG surgió a mediados de la década pasada, estrictamente como una clasificación de la gestión del riesgo financiero que puede tener un determinado proyecto que necesita recursos. Ejemplos en Chile tenemos de sobra: Hidroaysén, Dominga o Pascua Lama, donde la oposición de la sociedad civil terminó por sepultar inversiones multimillonarias, que sin duda podrían haber sido muy rentables para los inversionistas, pero que no vieron la luz porque el impacto medioambiental que consideró la comunidad, simplemente no lo permitió.

ASG es gestión de riesgos, mitigación de riesgos, no es salvar el mundo. Si los inversionistas buscan destinar sus recursos a proyectos que rescaten al planeta deben hacerlo en inversiones de impacto. El problema es que ha existido de parte de algunos actores del mercado una promoción de ASG como inversión de impacto, lo cual ha generado expectativas que están lejos de ser posibles de ser cumplidas.

Ahora, al ser los criterios ASG mitigadores de riesgo, efectivamente tienen externalidades positivas en materia de cuidado del medioambiente, de mejores climas laborales o de una gobernanza más pulcra al interior de las empresas. Y aquí el sistema financiero es clave: si queremos que efectivamente más compañías adopten prácticas responsables, la aprobación del financiamiento debiera ir cada vez más ligado a éstas y no sólo como una recompensa para quienes cumplen, con mejores tasas de interés como es hoy.

Porque de hecho existe efectivamente un mejor desempeño en las empresas que incorporan criterios ASG a su operación: por ejemplo, aquellas que durante la pandemia se hicieron cargo de su “S”, con mejores ambientes entre sus colaboradores, tuvieron mejor desempeño porque estaban más cohesionadas. Lo mismo ocurre con aquellas compañías que tienen políticas de reducción de consumo energético, que se ven menos afectadas cuando suben los precios de los combustibles. Por lo mismo, es clave tener claro que el objetivo final de aplicar los criterios ASG apunta precisamente a que las inversiones en el largo plazo sean rentables y no se vean en riesgo por ser disruptivas con el medioambiente, la sociedad y la gobernanza.

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