October 15, 2025
En un entorno donde las decisiones de los directorios son cada vez más complejas —por nuevas regulaciones, tecnologías y expectativas sociales—, los asesores externos se han consolidado como un apoyo esencial.
Sin embargo, no todo asesor aporta valor. La diferencia está en cómo se eligen, cómo se integran y qué rol cumplen realmente en la mesa directiva.
¿Por qué los directorios los buscan?
Temas como IA, ESG, ciberseguridad y compliance penal han llevado a los directorios a incorporar asesorías especializadas para complementar la visión estratégica.
Según el reporte “State of the Market 2025-2027” del Advisory Board Centre, el 77% de las organizaciones que utilizan advisory boards reporta resultados positivos, práctica cada vez más extendida, especialmente en grandes empresas reguladas.
Este fenómeno refleja un cambio estructural: las mesas directivas enfrentan una complejidad técnica y regulatoria sin precedentes, que exige nuevas capacidades y fuentes de información. Pero al mismo tiempo, plantea un riesgo: la dependencia excesiva del conocimiento experto puede debilitar la deliberación colectiva y trasladar responsabilidades que son indelegables.
El dilema: apoyo o sustitución
El asesor ideal no reemplaza al directorio: lo fortalece.
Como advierte el Spencer Stuart Board Index 2024, el conocimiento experto agrega valor solo cuando potencia la deliberación colectiva, sin generar “micro directorios” paralelos ni zonas grises de responsabilidad.
Cuando un asesor concentra demasiada influencia —por ejemplo, en áreas como sostenibilidad o tecnología—, el directorio corre el riesgo de ceder criterio estratégico a un especialista, perdiendo la mirada integral que caracteriza una buena gobernanza.
La claridad de roles y la independencia son, por tanto, la primera línea de defensa.
Tres criterios clave para elegirlos
Independencia y diversidad de origen: evitar que los asesores provengan del mismo círculo profesional o de proveedores habituales. La diversidad asegura una mirada más amplia y menos vulnerable a conflictos de interés.
Capacidad de traducir lo técnico en decisiones estratégicas: un asesor valioso no solo domina su tema; entiende cómo su análisis impacta en la competitividad, el riesgo y la sostenibilidad del negocio.
Confidencialidad y ética profesional: acceder a información sensible exige estándares de conducta equivalentes a los de un director. Los protocolos y cláusulas deben reflejarlo.
El valor de una buena integración
Más que sumar conocimiento, lo esencial es cómo se integran los asesores en el trabajo del directorio.
Las buenas prácticas internacionales muestran que el impacto es mayor cuando la relación es continua y estructurada, no meramente transaccional.
Modelos como los Board Advisory Panels —grupos externos que asesoran de manera regular a los comités de innovación, sostenibilidad o riesgos— han probado ser efectivos para ampliar capacidades sin comprometer la autonomía del directorio.
En Chile, varias empresas del IPSA ya avanzan en esta línea, profesionalizando sus procesos de asesoría y estableciendo mecanismos de evaluación de desempeño también para los asesores externos.
Claves para la Alta Dirección
Los asesores externos no son una moda: reflejan la madurez de la gobernanza moderna.
Elegirlos bien permite ampliar capacidades sin perder colegialidad ni responsabilidad colectiva.
El objetivo no es acumular expertos, sino fomentar mejores conversaciones estratégicas y decisiones más informadas.
En tiempos donde los desafíos superan la especialización individual, los directorios más efectivos no son los que más asesores contratan, sino los que saben integrar conocimiento diverso sin perder el control de la decisión.